Entre las primeras representaciones de la costa cantábrica realizadas por navegantes y cosmógrafos en los siglos XVI y XVII, conocidas como portulanos o cartas portulanas, ya aparece como un lugar destacado el cabo Torres y su fondeadero de El Musel como lugar apropiado para resguardar a las embarcaciones durante los temporales. Ello sucede en varias cartas y atlas como el Portulano de Mateo Prunes de 1539, o en el primer Atlas Náutico impreso (1584-85) realizado por el piloto alemán Lucas Jansz Waghenaer. Del siglo XVII destacan dos mapas detallados de la costa gijonesa realizados por el cosmógrafo portugués Pedro Texeira de Albernas en 1634 y por Fernando Valdés en 1635. Sin embargo será a partir de la segunda mitad del siglo XVIII cuando se realicen con mayor precisión las representaciones y descripciones de la costa asturiana debido a los avances de la instrumentación científica utilizada. De esta etapa contamos con buenos ejemplos para esta parte de la costa, siendo el más significativo el plano levantado en 1752 por el piloto de la Armada Francisco Leal, en donde por primera vez se proyecta la construcción de un muelle con su correspondiente escollera en la punta de Peña Lladra (Cabo de Torres), o el Plano de la Concha de Gijón de 1787 que forma parte del Atlas Hidrográfico de las Costas de España, realizado por el brigadier Vicente Tofiño de San Miguel. En 1784 el propio Jovellanos ya sugería la formación de un plan de obras en el fondeadero de El Musel «para proporcionar un abrigo contra los nortes, a las embarcaciones provinciales y extrañas en tiempos tormentosos».
Historia – El Musel
El Musel
A mediados del siglo siguiente, en 1852, el Reglamento de la Ley de Puertos disponía que se estableciera un puerto de refugio en la Cornisa Cantábrica, y tres años después se encargaba localizar y proponer un lugar para dicho puerto al ingeniero Salustio González-Regueral Blanco, que tras un exhaustivo trabajo proponía la localización del mismo en la costa asturiana y en concreto en el lugar de nominado El Musel, en el concejo de Gijón presentando en 1862 el primer anteproyecto de puerto de refugio en El Musel. En esa misma década, el 19 de marzo de 1865 una R.O. aprobaba el emplazamiento de puerto de refugio de Asturias en la ensenada de El Musel, según el estudio realizado por el citado ingeniero. Se trataba de un puerto exclusivamente de refugio pensado sobre todo para buques de vela y no de un gran puerto comercial, que era realmente lo que necesitaba la industria regional. En 1870 se licitarían las primeras obras, adjudicándose a la Sociedad de Próspero Alburquerque y Compañía, que perdería la concesión al no cumplir las condiciones estipuladas. Son otorgadas nuevas obras de construcción y explotación del puerto de El Musel en 1872 al contratista José Ruiz de Quevedo, pero tampoco se llegarían a realizar.
En octubre de 1879 el ingeniero de la Junta del Puerto, Fernando García Arenal presentaba un proyecto de ampliación del viejo puerto local, denominado popularmente como “apagador”, por la forma que tenía de apagavelas la disposición de sus dos diques de defensa. Se produce entonces un debate de estériles polémicas internas entre los defensores de ampliar el viejo Puerto Local, “apagadoristas” y quienes eran partidarios de construir un gran puerto comercial en la ensenada de El Musel “muselistas”. En el año 1886 Vicente González-Regueral, hijo de Salustio, presentaba un nuevo proyecto ampliando el de su padre, que pasaría a denominarse “Musel Reformado”. Llegado el año 1887 la Junta Consultiva de Caminos, Canales y Puertos emitía un informe favorable a la construcción del puerto de El Musel, aunque aún habrían de pasar algunos años para ver realizadas las primeras obras. Todavía en 1889 el ingeniero Román Oriol aludía a la ceguera de los gijoneses enzarzados en inútiles debates mientras el comercio del carbón procedente del valle del Caudal, ante la incapacidad de ser atendido por el Puerto de Gijón se desplazaba a San Juan de Nieva en el Puerto de Avilés, por el ramal ferroviario del Ferrocarril del Norte, inaugurado al año siguiente. Al finalizar el siglo (1899), promovida por empresarios asturianos y vascos, estos últimos vinculados a Altos Hornos de Vizcaya, se constituía la Sociedad General de Ferrocarriles Vasco-Asturiana, inaugurando en 1904 la línea que conduciría los carbones de las cuencas del Aller y Caudal hasta el puerto de San Esteban de Pravia, por carecerse de instalaciones portuarias adecuadas en Gijón
A pesar de la competencia en los embarques de carbón por estos dos puertos, principalmente por el de Avilés, con la entrada en operaciones de El Musel en 1907, el puerto exterior gijonés se erigiría en líder indiscutible de los tráficos carboneros y siderúrgicos regionales. Así, para Rafael Fuertes Arias en su Asturias Industrial, el desarrollo fabril de Asturias arrancaría en 1892, fecha en la que se resolvía definitivamente la construcción del puerto de El Musel.