Historia – Crecimiento urbano desde mediados del siglo XX

Crecimiento urbano desde mediados del siglo XX

El ámbito extraportuario de Gijón quedó establecido, una vez superada la mitad de la centuria del siglo XX, en tres grandes áreas, la franja costera delimitada entre la ciudad y El Musel, donde proliferaron los establecimientos y talleres dedicados a la construcción y reparación de buques; la zona siderúrgica en la que se localiza la antigua UNINSA, con su moderna factoría de Veriña, primero reconvertida en ENSIDESA y finalmente en ACERALIA; y el valle de Aboño (Carreño), donde se fueron asentando empresas del tamaño e importancia de Tudela Veguín e Hidroeléctrica del Cantábrico.

Conforme avanzó el desarrollo de la actividad industrial, se transformó social y urbanísticamente la ‘polis’ y su perímetro campesino con el asentamiento de miles de familias, dando lugar a populosos barrios. La iniciativa empresarial con la promoción de viviendas en el Natahoyo y La Calzada contribuyó a esta eclosión iniciada antes de la Guerra Civil a través, sobre todo, de firmas como La Asturiana, Gijón Fabril y La Algodonera.

A partir de los años cuarenta la promoción inmobiliaria empresarial logró un auge aún mayor en base, bien al ‘paternalismo‘ propiciado por el régimen de la época que pretendía afianzar al personal en las proximidades de su puesto de trabajo, como por la escasez o la demanda, de los propios asalariados.

Surgen así grandes poblados distribuidos por distintos enclaves gijoneses compartiendo núcleos de asentamiento, hasta entonces, periféricos y por consiguiente, en no pocas ocasiones, sin urbanizar o con escasos servicios al amparo, sobre todo, de su tradición fabril o nueva configuración, como fueron La Calzada o Pumarín, respectivamente.

Fue el caso de la puesta en marcha de la factoría de UNINSA en el valle de Veriña que supuso un aluvión de nuevos puestos de trabajo y empleados procedentes de las viejas plantas de Mieres y Langreo. Para acoger a esta masa de desplazados, una de las cláusulas del acta de concertación firmada por la empresa en 1966 obligaba a esta a construir 2.000 viviendas destinadas a los empleados en las categorías media y baja. La implantación del nuevo complejo siderúrgico junto al desarrollo y expansión del espacio portuario de Gijón, reforzarían el despegue demográfico producido en la ciudad en las décadas de los años sesenta y setenta, así de los más de 121.000 habitantes censados en 1961, se pasaría a los 237.200 en 1975.

Como manifestación de la recuperación económica de los años sesenta, las iniciativas oficiales, para cubrir el déficit en cuestión de vivienda accesible, tiene su máxima y primera expresión en Pumarín, con el llamado ‘Polígono de las 1.500’, al amparo de un decreto del año 1953, que encargaba al Instituto Nacional de la Vivienda, su construcción en terrenos proporcionados por el municipio.

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