Al menos nueve de los trece tipos de carbones hallados en la playa y la bahía gijonesa son compatibles con los que llevaba el buque.

Esta es una, entre otras muchas, de las conclusiones de los análisis efectuados sobre más de 8000 granos de carbón y decenas de muestras recogidas a lo largo de 75 años, y entre las que se encuentran algunas extraídas  por primera vez directamente del pecio del buque siniestrado.

Otras de las conclusiones que se pueden extraer, de forma resumida, del estudio llevado a cabo por la Universidad de Oviedo y la consultora GEA, son las siguientes:

  1. La esfericidad y redondeamiento de las muestras estudiadas refleja con claridad que han sufrido, al menos, cierto proceso de transporte y se corresponderían con una presencia en el mar de periodos medio/altos, lo que es incompatible con la actual actividad granelera del puerto o del Parque de Carbones de Aboño.
    1. Cabe señalar en este apartado dos excepciones:
      • Una muestra con granos angulosos tomada en 1948, posiblemente después de una avenida del río Piles.
      • Otra de abril del 86, dos meses después del hundimiento del Castillo de Salas y proveniente quizás del citado buque.
  1. Los tamaños de las diferentes muestras hacen suponer que en ningún caso pudieran tener causa en transporte eólico asociado a las áreas de almacenaje o acopio de El Musel.
  2. Los análisis llevados a cabo evidencian que las muestras pueden tener multiplicidad de orígenes y no proceder necesariamente de la actividad granelera portuaria.
  3. El análisis petrográfico pone de manifiesto que todas las muestras son muy similares entre sí, y de los realizados en Estados Unidos se extrae que, al menos, nueve de los trece tipos de carbones hallados son compatibles con los que transportaba el Castillo de Salas.
  4. No es posible determinar el origen de la pequeña fracción de carbón hallada incompatible con la transportada por el buque siniestrado, dadas las décadas de continuados vertidos carboníferos de muy distintas reflactancias en esta área marítima.
  5. Criterios morfológicos, sedimentarios y de dinámica marina delimitan la energía necesaria para transporte y tiempos de residencia en el agua del material carbonoso estudiado, con los que es posible inferir si su presencia deriva de la actual actividad portuaria o no. Dado que, por lógica, la agitación de aguas dentro de la dársena portuaria es muy baja – 0,4 metros frente a los 8 alcanzados fuera de la misma durante el pasado temporal “Bella”, por ejemplo – la movilidad de sedimentos es francamente improbable y sería preciso para ello oleajes que no se reflejan en las medidas oficiales de las diferentes boyas instaladas al efecto. Dada también la existencia de una diferencia de cota entre las instalaciones portuarias de entre 10 y 8 metros, con una oscilación altimétrica del agua en los mayores temporales inferiores a medio metro, difícilmente se generaría la energía necesaria para el traslado de sedimentos carbonosos desde la dársena al arenal de San Lorenzo.
  6. Señalar, por último, que al menos desde mediados del pasado siglo ya hubo de manera puntual vertidos de carbón a la playa de San Lorenzo relacionados con la mina de La Camocha y otras actividades, pero no será hasta el hundimiento del Castillo de Salas cuando aparecerán las manchas objeto de estudio, cuya aparición va siempre ligada con temporales fuertes de ola.

A modo de conclusión

Las muestras estudiadas están conformadas en su mayor parte por una mezcla que, en su conjunto, son petrográficamente muy similares entre sí y en un porcentaje muy elevado son compatibles con las transportadas por el Castillo de Salas. No obstante, la composición de las manchas no evidencia un único origen.

Por otro lado, la morfología de los granos y cantos de carbón presentes en las recientes manchas acreditan la imposibilidad de que procedan de la actividad portuaria de los últimos años pues su residencia en el mar ha sido muy prolongada, con independencia de que procedan, o no, del buque hundido.